Si acceder hoy en día a una vivienda en propiedad no está al alcance de todas las familias, más difícil aún lo tienen los jóvenes. Los últimos datos del Observatorio de la Emancipación, que se refieren a 2019, cuando apenas se atisbaba la pandemia y sus repercusiones, no son muy reconfortantes. Desde que en 2008 estalló la burbuja inmobiliaria, los españoles menores de 30 años han tenido que ir retrasando la edad de emancipación. A finales de 2019, solo el 18,7% residía fuera del hogar familiar, en su mayor parte en régimen de alquiler (58,8%). Únicamente el 38,4% disponía de una casa en propiedad o estaba pagando una hipoteca. El resto, 2,8%, residía en una vivienda cedida.
Lo plasma así el Banco de España en un reciente estudio sobre el mercado de la vivienda en España entre 2014 y 2019: “La proporción de individuos que poseen su vivienda a los 30 años ha ido disminuyendo para los nacidos a partir de 1980. Se observa también un retraso en la formación de hogares a los 26 años. Estos resultados sugieren problemas crecientes de acceso a la vivienda propia y en propiedad”.
Los principales obstáculos con los que se encuentran los jóvenes (y no tan jóvenes) son las dificultades para ahorrar los costes que supone la inversión inicial y la falta de recursos para afrontar la mensualidad de una hipoteca o préstamo. El salario medio percibido por una persona menor de 30 años a finales de 2019 era de 11.532,32 euros netos anuales, menos de mil euros mensuales (961,03 euros). Entre los 30 y los 34 años, la cantidad es de 15.669,87 euros anuales (1.305,82 euros al mes). A tenor de estas cifras, el estudio del Observatorio de Emancipación, dependiente del Consejo de la Juventud de España (CJE), estima que un joven español tendría que cobrar el doble de lo que percibe actualmente para poder comprar una casa de forma que el coste hipotecario no llegue a superar el 30% de sus ingresos, que es lo aconsejable.
Tengamos en cuenta, además, que para poder “reservar” una propiedad se debe aportar, normalmente, el 10% del precio total del inmueble en las arras penitenciales, es decir, si la propiedad tiene su precio de venta en 100.000€, las Arras deben ser de 10.000€. Esto quiere decir que para comenzar a comprar bienes raíces necesitas tener este mínimo de ahorro, el cual también suelen solicitar los bancos para la concesión de una hipoteca al 90%, aquella utopía de obtener el 100% de financiación acabó en 2008. El problema para ahorrarlo es el dinero que ganas y como lo gestionas. Pero ese sería otro artículo de finanzas personales.
Supongamos que los tienes. Los expertos creen que ahora es un buen momento para comprar. Debido a la pandemia “los precios están cayendo, hay pocos movimientos y se encuentran buenas oportunidades”, observa Iñaki Unsain, presidente de la Asociación Española de Personal Shopper Inmobiliario (AEPSI).
¿Cómo comprar “barato” o comprar barato y recuperar tu inversión pronto?
Hazlo en fondos de inversión (como Servihabitat). Propiedades de banco, generalmente embargadas, que sí, presentan necesidad de reforma en su mayoría, pero que podrían convertirse, por relativamente poco dinero, en tu primera residencia o tu primera inversión inmobiliaria.
Comprar una de estas viviendas en zonas con potencial turístico, por ejemplo, es muy interesante para tu bolsillo. Convertir esta casa en residencia vacacional es una forma de recuperar muy rápidamente lo invertido y atreverte si quisieras, a aumentar tu patrimonio reinvirtiendo los beneficios en otra propiedad. Para cuando llegues a los 50, quizás puedas empezar a pensar en prejubilarte o poner en práctica la tan típica expresión española “vivir de las rentas”.
No es fácil. Ser joven, ganar dinero y tener bienes no parece estar relacionado en los últimos años, trabajos y sueldos precarios aún teniendo formación y estudios superiores, pero siempre es posible cambiar tu futuro y tu bolsillo si se tiene visión de negocio.
El mercado inmobiliario, con sus altos y sus bajos, siempre genera rentabilidad. Sabiendo donde comprar, cuando, haciendo un buen estudio de mercado previo y valorando las plusvalías; es casi un acierto seguro.